El productor Gustavo Santaolalla disertó sobre su trayectoria y concepto de la creatividad musical en la programación de Campus MAPAS.
Durante el encuentro, inmerso dentro del programa formativo del Mercado de las Artes Performativas del Atlántico Sur, Santaolalla habló de su experiencia profesional y de la creatividad en conversación con el también músico canario Ner Suárez. El veterano productor protagonizó el encuentro de la tarde del 4 de julio en la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife, acompañado de su inseparable ronroco, un instrumento boliviano que pertenece a la familia de los charangos y que se ha convertido, además, en una de las señas de identidad del músico argentino. “Para mí es un placer, es la primera vez que estoy en las Islas. Es una linda oportunidad, además, formar parte del proyecto MAPAS”, de esta manera arrancó su intervención.
Durante su intervención, el compositor argentino habló de cómo comenzó a tocar la guitarra con cinco años porque procedía de una familia muy musical. “Mis padres compraban un disco por semana y en mi casa se escuchaba mucha música y muy distinta”, añadió. Santaolalla se considera un artista, un creador, un músico polifacético, capaz de elegir distintas formas para expresar su creatividad. “Haciendo una analogía futbolística -muy apropiada considerando de dónde vengo, bromeó- a veces me toca ir al arco, otras ir arriba a hacer los goles, a veces me toca estar afuera de la cancha siendo director técnico, también preparador físico… pero siempre en el partido de la creación”.
Para él, la creación surge como una necesidad y como algo que sirve “tanto al que la hace y como al que la completa, el espectador”, asegura que es “una forma distinta de reorganizar y reinterpretar la realidad, una manera de acercarse al dolor o al amor; es algo que ayuda a nuestra salud mental. Un mundo sin arte sería un mundo bastante siniestro”.
A sus 71 años, Gustavo Santaolalla cuenta con un palmarés que haría enmudecer a cualquiera, galardonado con dos premios Óscar por su impecable trabajo en las bandas sonoras de películas como ‘Brokeback Mountain’ y ‘Babel’, dos Baftas, un Globo De Oro y hasta 19 Grammys, su nombre es uno de esos que están grabados en mayúsculas en la historia de la música. Sorprendentemente, el artista reconoció no saber ni leer ni escribir música porque nunca llegó a “llevarse bien” con la vertiente más académica de esta disciplina. Comenzó a tocar de memoria desde muy pequeño y a los diez años empezó a escribir sus primeras melodías. A los 12 años sus padres le regalaron su primera guitarra eléctrica “y a los 13 ya quería ser músico”.
Durante la conferencia, se abordó un tema tan temido y apasionante como el del estancamiento creativo. “Siempre hablo de la disciplina de trabajo. Picasso dijo aquello de ‘espero que la inspiración me encuentre trabajando’. No creo en la inspiración repentina, creo en trabajar. A veces viene solo y muchas veces viene como resultado del trabajo”, reflexionó. Las ideas, continuó, pueden llegar en cualquier momento y por eso Santaolalla lleva siempre consigo su móvil para grabarlo todo y no olvidarse. Lo impredecible de la creatividad, consideró, es “una de las partes más hermosas del arte”.
Su espíritu intrépido le lleva a aventurarse a probar instrumentos que no sabe tocar. “Me pone en una situación de inocencia. El ejemplo máximo de eso es la banda sonora de ‘Babel’ y el laúd, un instrumento que no sabía tocar y que de hecho no he vuelto a coger”. Asegura así que una de las bandas sonoras que le hicieron triunfar en Hollywood fue fruto de la inexperiencia. “Tan buenos son los frutos de la experiencia y el conocimiento como los del desconocimiento. Está bueno no olvidarse de ser principiante”, recalcó.
Por esa razón, al productor siempre le ha gustado trabajar con gente joven. “Si vos ves, el 80% de los álbumes que yo he producido son primeros álbumes de artistas”. Santaolalla afirmó sentirse ‘descubridor’ del nacimiento de todos esas nuevas promesas junto a las que trabajó; Julieta Venegas, Molotov o Juanes, entre otros. Artistas con visiones muy fuertes que “traen a la mesa contenido nuevo” y de los que es un disfrute aprender. A Santaolalla nunca le gustó trabajar con lo que en Estados Unidos llaman ‘yes people’. Esos artistas que le dicen ‘sí’ a todo. “Para trabajar, hay que ganarse el espacio de esos artistas, demostrarles que entiendes qué es lo quieren proponer, su universo, su humor y, al fin, ganarse su confianza. Mi función como productor es maximizar lo que el artista está trayendo a la mesa y nunca imponerme, a mi juicio eso sería un error”.
Sus primeros pinitos como productor los hizo a los 17 años cuando grabó el primer disco con su banda, Arco-Iris. “Nosotros hacíamos música alternativa incluso antes de que existiera ese término. Aprendí escuchando los temas de Les Paul, quien al cambiar la velocidad de la cinta generaba un sonido más agudo que el de la guitarra». Gustavo Santaolalla fue todo un icono del rock latinoamericano, experiencia que le sirvió también en su faceta como productor: “Los errores que cometí en mis discos por suerte no los cometí luego en los discos de otros”, bromeó.
Se despidió Santaolalla de Ner Suárez y del público asistente, no sin antes agradecer la continuidad de foros de diálogo y encuentro como es MAPAS, «además con una importante dimensión de desarrollo para los profesionales del sector musical y artístico».
El programa Campus MAPAS continúa en octubre con el taller formativo dirigido a profesionales de las artes escénicas impartido por el director y actor Andrés Lima, también, disfrutaremos de la participación de María Pagés y El Arbi El Harti, figuras de reconocido interés y valía en el ámbito de la música en su versión más contemporánea.