- Como mercado integrado en la estructura de REDELAE, Red Eurolatinoamericana de Artes Escénicas, comprometidos con el propósito de desarrollar las artes escénicas como diálogo entre culturas, Mapas comparte las reflexiones y la reivindicación expuesta en la carta abierta que publicamos a continuación:
La pandemia del COVID 19 – coronavirus viene dejando huellas nefastas a escala mundial. Detenerse en las consecuencias sanitarias poco aportaría; ya los más diversos expertos de la inteligencia académica han sumado lo suyo, coincidiendo la mayoría en la imperiosa necesidad del aislamiento social como la herramienta más eficaz para combatir al virus; necesidad que ha sido promocionada a través de la consigna universal Quédate en casa.
De las primeras acciones tomadas en todo el mundo ha estado la cancelación de actividades vinculada a las artes presenciales: espectáculos de teatro, danza, música y circo. Sin primar ningún tipo de matiz las medidas dejaron en “tabula rasa” la programación de espectáculos en cientos de ciudades del planeta. La decisión va en la dirección correcta respecto a la lucha prioritaria: defender la vida de las personas, nada más valioso que la vida.
Ahora bien, tampoco es novedad afirmar que, salvo excepciones, la actividad cultural no forma parte de las prioridades de nuestros estados. La relevancia de la cultura en las decisiones gubernamentales se evidencia sistemáticamente en los magros presupuestos asignados.
Agreguemos que en continentes como Latinoamérica a esta escasez de recursos se le suma un porcentaje alto de trabajadores asociados a la actividad cultural y artística que ni siquiera están formalizados, que no aplican ni están amparados bajo ningún régimen de seguridad social. Trabajadores que generan sus ingresos para vivir con la habilidad de un prestidigitador, un enigmático milagro.
Porque es bueno recordar que los y las artistas, las y los creadores también tienen que comer, pagar el alquiler de un techo, tener asistencia de salud, educar a sus hijos. Generar esos recursos es batallar el día a día para subsistir y en algunos casos esa pelea no cesa hasta el último suspiro de sus vidas.
Este párate obligatorio de la actividad cultural desencadena y expone otro estado de alerta: la subsistencia de sus hacedores.
Estos días de encierro no se sostienen sin amor, sin empatía, sin pan, pero tampoco sin cultura, sin arte, sin música, sin cine, sin libros.
Desde REDELAE exhortamos a todos los gobiernos del mundo a no olvidarse de los trabajadores de la cultura, a no dejarlos caer, hay que garantizar una base de ingresos que permitan en tiempos tan duros su subsistencia.
La reacción tiene que ser ya, no hay tiempo para perder.
Atentamente: